Esto susurra el árbol al atardecer, cuando tenemos miedo de nuestros propios pensamientos infantiles. Los árboles son pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como una vida más larga que la nuestra. Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchamos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles,la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquieren una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más lo que es.
"El caminante" Herman Hesse
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Tiene mucha razón :)
ResponderEliminarHabrá que escuchar a los árboles entonces jeje :)
Por cierto, yo también seré tu fiel comentarista ;)
Un besiito! (LL)